Juan Espinoza Espinoza
Estábamos en Génova, en la región de origen de Felicita, la nonna que infl uenció tanto en la vida de Carlos Fernández Sessarego, cuando nos dieron la triste noticia de su partida. Al recibir la invitación de Thēmis para hacer esta suerte de semblanza, le pregunté a Sebastián, mi hijo, que ahora tiene diez años y que conoció al maestro en las no pocas ocasiones que lo íbamos a visitar a su casa en la calle Arias Aragüez de Miraflores, cómo iniciaría esta tarea; él me contestó, con la sencillez que caracteriza a un niño, que debería escribir sobre sus caracterícas básicas y su forma de ser.
Esta semblanza pretende refl ejar ese lado que no podemos ver con la lectura de un libro o de un artículo; se trata, más bien, de ilustrar el aspecto personal contado por un discípulo que compartió, en alguna medida, un tramo de treinta y cinco años del trayecto existencial de su maestro.